Ay, pero si yo nunca quise ser eterna. A las cuatro de la mañana, la verdad, querer eternizarme es sólo una forma pedante de justificar el siguiente trago. Y a cualquier hora de un martes, francamente, la eternidad no son más que ganas de llenar páginas mudas. La vida se acaba a cada rato y, al menos a mí, me parece mucho más interesante ser perecedero. Lo digo en serio: caducar tiene más chiste. Como sardina, sí, pero también como el vestido aquél que nunca me volverás a quitar. Por eso te cambio, como siempre, la eternidad por un ahora. La fugacidad es tuya. Si se te escapa en el intento de hacerme perenne, es sólo tu culpa. Yo, ya te lo dije, nunca he querido ser eterna.
viernes, 12 de noviembre de 2010
viernes, 10 de septiembre de 2010
Autopsia
Eso, y no otra cosa, es lo que me enerva: tu insidiosa fijación con mis adentros, la forma errática en que remueves mis órganos creyendo que, por fin, lograrás descifrarme. Te tengo noticias: estoy viva, idiota. Así que corta, sutura, sigue destazándome con ojos inquisidores. Eres tú la que se vacía.
sábado, 17 de julio de 2010
Personaje femenino
Te acostumbraste a imaginarla así, porque le convenía a la historia. Al principio la narrabas vestida de blanco y con algo parecido a una aureola sobrevolándole la cabeza que, más que evocar al misticismo, la hacía ver un poco tonta. Ella aborrecía su caricatura, pero se sometía ciegamente a las líneas que ibas trazando en el boceto. Quién sabe cuándo sería que empezó a quedarle estrecho el disfraz de mártir, pero poco a poco fuiste alterando el personaje. Empezaste por añadirle unas medias negras bajo la túnica, luego un curioso tinte de rubor en las mejillas, finalmente algo de ironía en los ojos. El tiempo te obligó a cambiar por completo el atuendo, dejando atrás toda pureza al vestirla de colores que provocaban, ahora sí, algo bastante más perverso que la ternura.
viernes, 11 de junio de 2010
Condicionales
Bueno, yo también podría. Si las manos dejaran de temblar podría, despacito, deshacerme de todo eso que me estorba. Y es que hay retazos de falsedad que me sigo encontrando, así, de pronto, aparentemente olvidados encima de una mesa. También podría empezar a atesorar mentiras propias, tener unas gotitas de veneno acumuladas, por si se presentara la ocasión de utilizarlas. Podría abrir la ventana y dejar escapar todos los pájaros que agonizan en mi cabeza. Incluso podría ser otra: más audaz, más lunática, más concreta. Sí: yo también podría. Pero si no hubiera aún fragmentos de cinismo desperdigados por la recámara, no querría. Y entonces las manos no estarían temblando. Y entonces el uso del condicional sería innecesario y obsoleto.
lunes, 7 de junio de 2010
De príncipes y piratas
Ondeaba en tu cabeza la bandera negra, tan majestuosa como de costumbre, con su calavera, sus tibias, su peligro inminente. Ya desde entonces te seducían el parche y el filo de las espadas, los mapas indescifrables que anunciaban tesoros con el brillo azulino y rojizo de las piedras preciosas. Pasabas las páginas con avidez, con la aventura en la punta de la lengua, mientras al fondo del librero las historias que hablaban de príncipes azules se llenaban de polvo. Ellos, tan insulsos, tan repeinados, trataban de llamar tu atención, de engatusarte con palacios de marfil. Galopaban, un poco hartos, encima de caballos blancos, intentando convencerte de que era posible vivir feliz para siempre. Gritaban con sus voces cristalinas que te alejaras del mar y los monstruos de las profundidades. Era inútil. Las cuerdas vocales que te atrapaban eran mucho más ásperas, salpicadas de ron y locura, de reconocibles toques de arena y sal.
No te preguntes ahora qué hacer con las tormentas ni cómo controlar el imprevisible timón que, casi todo el tiempo, es más fuerte que tú. No tiene caso lamentar el impacto de las olas ni la ausencia de puertos o islas en el horizonte. Desde los tiempos remotos de los cuentos de hadas, había que elegir. Y tú sabías que los príncipes tenían coronas que ofrecerte. Pero los piratas fueron siempre más divertidos.martes, 18 de mayo de 2010
Entrada triunfal
Ve nada más la hora que es y yo sin saber qué ponerme... Pésima idea la jarra de ayer, tengo cara de muerto viviente... Voy a necesitar ayuda materna, seguro me va a marear para que no me ponga los tacones negros... Sí, a mí también me gusta más el tercer outfit, pero los tacones se quedan...Sólo me faltaba esto, cómo se me pudo olvidar, debe haber algún cepillo redondo en esta casa... Qué pinche calor de mal gusto, voy a llegar toda esponjada... Ya estuvo, mínimo me quedaron lindos los ojos... Por fin el timbre, a este paso vamos a llegar a las mil... No bueno... sólo al Pishi se le ocurre ir por unos tacos a esta hora, ni hablar, vamos antes de que se largue toda la fiesta... Ni me acuerdo de la última vez que vi a Santi, creo que en el Esenza... Tarde y apestando a taco, qué entrada... Qué estrés, no, no quiero nada del oxxo, aquí te espero... De veras me quedaron bien los ojos, bendito rímmel, y casi ni se ven las ojeras... Ojalá que se le prenda el foco y traiga también unos chicles... Ay Javiercito, claro que no estoy escuchando la canción, me da igual esto o Joan Sebastian o lo que quieras, lo que necesito es que lleguemos de una vez... En serio me urge un GPS, esas cosas son una maravilla, y más con las perdidas que me meto yo en México... Tebas, qué nombre tan literario para una calle, y la fiesta en Babilonia, hasta poética pinta la noche... Pues claro que está todo lleno, qué esperábamos si es casi la una de la mañana... Sí, ya, aquí atrás del Volvo, y Mónica que se acomode atrás de esa entrada... ¿Sí es entrada? Toda llena de hojas pero no vaya a ser que salga alguien y para qué queremos problemas... ¿Qué tanto hace Mónica? Igual no está tan chido estar aquí parados en la calle... pero no, no hay problema, eres una paranoica, vienen platicando, chance y hasta van a la fiesta... No, estúpida, tenías razón, no estaba tan chido, está sacando algo de su sudadera... Ya valió, ahora sí ya valió... así es como se ve una pistola... ¿Y eso de ahí es navaja o cuchillo de carnicero? No, cómo las llaves, el coche nuevo de Pishi, tan contento que estaba... Claro, toma mi bolsa y yo me quedo aquí quietecita atrás del árbol, pero por favor no vayas a tocarme, y deja de decirme amiga... La puta madre, ahí están mi dirección y las llaves de mi casa, no vaya a ocurrírseles ir a asaltar a mis papás, y cómo les aviso si el celular también está allá dentro... ¡en la torre!, la credencial de la facultad, ahora ni cómo estacionarme... ¿Será posible que acabo de pensar esa pendejada? Mónica dale tu bolsa de una vez, que se vayan, que se mueran, que los parta un rayo, que no nos toquen... ¿Cómo que ahora qué hacemos? Correr, que no regresen, carajo, ya me quedé con la campana en la mano de tanto tocarla, que nos abran ya... Qué gusto verte, Nachito, nunca tanto gusto como ahora... Cuánta cara amable, sí, gracias, agua está bien, sí, aquí afuerita, hace diez minutos, el coche de Pishi y el de Mónica, estamos bien, de veras, no nos tocaron... No, gracias, no necesito nada... Sólo dejar de temblar. Sólo dejar de ver sus caras, la sudadera, la pistola, la navaja. Sólo regresar a un tiempo en que lo más importante eran los ojos que habían quedado tan lindos, la entrada triunfal, los tacones negros que ahora están rotos de tanto correr.
jueves, 6 de mayo de 2010
Casi una hecatombe
jueves, 8 de abril de 2010
Ariadna
Pero él ha tenido el desatino de perder la brújula, y tú sola ya no puedes salir del laberinto. No te dan miedo las sombras ni la noche, pero te aterra constatar que cada nuevo día, algo de Asterión se gesta en tu cintura. Y a pesar de todo te anudas el hilo, áureo y cegador, al tobillo izquierdo. El último fragmento de esta caja de Pandora te convence de que él, siguiendo las estrellas, podrá encontrar a tiempo el otro extremo de la hebra.
miércoles, 24 de marzo de 2010
Pluma bífida
jueves, 21 de enero de 2010
Ruinas
Miraste mi cara intentado encontrar en ella tus propios sueños. Exploraste mis ojos en busca de un destello de ti mismo y exigiste que expresara la misma emoción que tú sentías ante la visión de las ruinas. No te preocupaba mi falta de entusiasmo, sino la ausencia de tu reflejo en mis emociones. Pero es que yo no soy eso. A mí me hacen vibrar las palabras, las canciones, los detalles. Los intentos cursis que hacen a veces las flores cuando quieren convertirse en hadas. Antes lo sabías, antes podías verme. Los templos gigantescos y las piedras son sólo ecos de la majestuosidad de otro tiempo. Impactantes y monumentales...pero siguen siendo piedras, que no susurran, ni cantan, ni lloran. Las tumbas están huecas y huelen a olvido. Y yo no soy eso. Yo soy otra cosa, que ya no reconoces.
Soy la misma que te espera y te recibe de vuelta después de cada abandono. Pero la última vez que volviste te habías olvidado de quién era yo, y por eso trataste de convertirme en tu sombra. Y cuando no pude serlo, cuando no pude fingirme conmovida, me miraste como si fuera sólo las ruinas insomnes de la mujer que amabas. Como a un montón de piedras imponentes y con años de historia a cuestas, que ya no te conmueven. Y no, tampoco quiero ser eso.