martes, 27 de diciembre de 2011

Y...

Y el día que deje de escribir para encontrarte, ¿qué vas a hacer?
Porque un día de estos voy a olvidarme de narrar el dorso de tus manos. Y de ficcionalizar tus palmas, también.
Voy a dejar de poetizarte como ritual matutino. Y vespertino.
Voy a dejar de soñarte en papel.
Cuando menos te lo esperes, mis letras van a ser sólo mías. Y aunque te busques no vas a estar retratado en una sola línea. Y si no te buscas (porque nunca te buscas), tampoco.
Cualquiera de estas tardes, además, va a dejar de importarme lo que escribas tú. (O si lo escribes para mí, o para ella, o para las de antes.)  
A mí (ya lo sé) me van a quedar un montón de hojas en blanco. Y galones de tinta y las manos inquietas, sí. Y un nudo infinitamente real en la garganta. ¿Y a ti? Si uno de estos días no escribo más para encontrarte, ¿harás tú, por una vez, el intento de buscarme?


miércoles, 8 de junio de 2011

Apología y karma (así son estas cosas)



No: tú no tienes la culpa. No sabías. Así son estas cosas. Así es como duele, como piensas que debe doler. Como has visto que duele en las películas. Como te dolió antes, alguna vez, cuando eras aún más niña. Aún más simple. Como crees que tal vez duele ahora, que eres tanto más sabia, más mujer y más interesante.

O tal vez sí sabías. De todas formas no tienes la culpa. Así son estas cosas. Tú lo merecías más. Tú lo querías más. Tú, que eres tan tú y tan importante. Tú, que nunca quisiste lastimar a nadie.

O tal vez sí querías. Así son estas cosas. Con todo, no hay forma de que sea tu culpa. Nada debías. Tú, tan inocente porque no es problema tuyo. No puede ser tu culpa porque no lo entiendes. Porque, aunque ahora creas que sí, tú no lo sabes. No puedes saberlo. Así son estas cosas. Pero no te preocupes...algún día, después de todo, vas a entenderlo. Vas a saber cómo duele cuando de verdad duele.

Y, ¿sabes qué? Tampoco va a ser culpa de nadie.